TEXTO
DEL ARTÍCULO DE IDEAL
La Alhambra, vetada en un 90%. Los tesoros
artísticos del Museo de Bellas Artes, el Arqueológico,
la Catedral y la Capilla Real, inalcanzables. Las exposiciones del
Centro Cultural CajaGranada en Puerta Real y de la Fundación
Rodríguez-Acosta, inaccesibles. Los recuerdos de las casas
museo de Manuel de Falla-y Federico García Lorca, demasiado
escabrosos. Y así, una larga lista. Fuertes desniveles, mobiliario
mal situado, solerías accidentadas, puertas estrechas y especialmente,
escaleras, son los principales obstáculos que las personas
- con discapacidad encuentran para ejercer su derecho a la cultura.
Quienes
andan sobre sus dos piernas no suelen detenerse a pensar a menudo
en los que no pueden hacerlo. Y sin embargo, no sólo los
discapacitados físicos son millones -en torno a 15% de
la población, según datos del INE-, sino que la
edad, un accidente con secuelas, una enfermedad, una lesión
temporal e incluso el feliz hecho de tener un bebé que
viaja en cochecito puede limitar en cualquier momento la movilidad
de una persona `normal'.
Y,
por, lo general; quienes gobiernan los equipamientos culturales
andan sobre sus dos piernas. Los-empleados o responsables de distintas
instituciones ofrecen explicaciones variopintas al hecho de que
su oferta a la ciudadanía esté vetada a un porcentaje
importante de la población. En una ciudad con la riqueza
patrimonial de Granada, además, muchos de estos locales
están ubicados en edificios históricos, lo que ofrece
a sus gestores una excusa perfecta para sortear la espinosa cuestión.
Hace
unos días, la directora del Patronato de la Alhambra, Maria
del Mar Villafranca, suscribió un acuerdo con La Caixa
para realizar un estudio sobre la supresión de barreras
arquitectónicas. Villafranca dijo entonces que el 10% del
monumento puede, ser visitado por personas con minusvalías,
con lo que cumple el mínimo exigido por la ley.
Leyes
sin sanción
"No
sabemos de donde ha sacado eso del 10%. La ley no lo dice en ninguna
parte". Martín Ortega, presidente de la Federación
Provincial de Asociaciones de Minusválidos Físicos,
asegura que en 1992 un decreto estatal obligó a que todos
los edificios levantados desde entonces fueran construidos sin
barreras, mientras en Andalucía la ley de 1999 daba de
plazo hasta 2011 para que todos los inmuebles públicos
y privados, nuevos y viejos, ejecutasen sus planes de accesibilidad.
Algunos se escudan en la protección del patrimonio para
no eliminar obstáculos
"En los edificios históricos o con especial protección
se necesitan permisos especiales; y la tramitación burocrática
tiene un recorrido distinto, pero también se puede hacer",
subraya Ortega. Por ejemplo, un monumento catalogado, como el
Carmen de los Mártires, tiene un ascensor que permite subir
a todas sus plantas. "Y es invisible, casi nadie sabe que
existe", destaca el dirigente.
El auténtico problema, concluye, es que la legislación
estatal y autonómica no tiene un apartado sancionador,
mientras los ayuntamientos se saltan sus propias normas al conceder
licencia a proyectos ilegales. En ese aspecto, confía en
que el nuevo decreto de desarrollo que la Junta prepara desde
hace un par de años zanje de una vez por todas esa carencia.
"Ahora sólo tenemos el derecho al pataleo", lamenta.
Federico Hernández Meyer tiene
69 años y ha caminado toda su vida con bastones debido
a la poliomielitis que padeció a los 4. Eso no le ha frenado
en el trabajo -licenciado en Farmacia, durante anos recorrió
el mundo como empleado de Laboratorios Merck de Alemania- ni en
el ocio. Pero hace dos anos un síndrome del túnel
carpiano que le impide apoyar el peso del cuerpo sobre las manos
le confinó a una silla de ruedas. En estos meses, Federico
ha coleccionado toda una serie de anécdotas de su pelea
contra las barreras arquitectónicas. Porque este concejal
de Izquierda Unida Los Verdes en Huétor-Vega no es de los
que se callan.
Hernández Meyer critica los
variables criterios de algunas instituciones hacia sus visitantes
en - silla de ruedas. En el Teatro Isabel la Católica,
por ejemplo, le dijeron en una ocasión, después
de acceder por la puerta de atrás, que su entrada para
el patio de butacas no servía ¡La que formaron porque
estorbaba para las emergencias con la silla! Me mandaron en ascensor
para el anfiteatro -recuerda con un humor-. Pero otra vez, en
el cumpleaños de Ayala, tenía entradas para arriba
y me dijeron que no, que me fuera abajo. ¿En qué
quedamos? ¿Estorbo siempre? ¿Estorbo a veces ...?
¿Cómo es eso?
En otoño de 2006, animado por la señal de 'accesible'
que lucía en la puerta el Centro Cultural de CajaGranada
en Puerta Real, Federico quiso entrar
a una exposición sobre el arte en los años treinta
en Paris y Berlín, pero una amable azafata le paró
los pies y las ruedas: La `oruga' que permite bajar sillas de
ruedas a la sala principal, le dijeron, "estaba rota":
En cuanto a la eliminación permanente de barreras; adujeron
que no se lo habían planteado porque el edificio está
protegido, es municipal y tenían previsto trasladarse en
breve al Cubo. "Escribí al presidente de CajaGranada
y dos días después se pusieron en contacto conmigo,
me pidieron mil disculpas y me mandaron el catálogo de
la exposición. Al parecer alguien se había olvidado
de quitar el simbolito, recuerda.
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Voluntad
y tecnología
Un
año después de ese incidente, el centro cultural
sigue en el mismo sitio y su última gran exposición"
la de fotografías de Jean Laurent, se ha clausurado sin
que ningún discapacitado en silla de ruedas haya podido
verla. Un empleado del centro confirmó a IDEAL que la `oruga'
no funciona; pero añadió que, además, no
es fiable. Está de acuerdo Francisco Manuel Lorenzo, de
38 años, que se mueve en silla de ruedas desde hace 20,
a raíz de un accidente ciclista en carretera. "La
`oruga' engancha la silla y va subiendo. La persona se queda en
vilo, inclinada. Pero no es el sistema más adecuado para
un uso estable: sirve para una emergencia, para una exposición
temporal o mientras se hace una obra. Se pueden pedir prestadas
o se alquilan, asegura Lorenzo, director de Área de Fundosa
Accesibilidad, grupo de empresas de la Fundación ONCE que
dispone de recursos técnicos y humanos para lograr la plena
integración de los minusválidos físicos.
"Lo mejor -afirma- es la plataforma, que sube escaleras en
diagonal y la puede manipular con un simple botón el minusválido
de forma independiente".
En
ese sentido, Lorenzo recalca que no es precisamente la tecnología
lo que falla en la permanencia de las barreras arquitectónicas:
"Es una cuestión de voluntad", concluye. Lo mismo
opina Esperanza, una joven de 31 años que achaca su discapacidad
a "una operación mal hecha de la espina bífida
con la que nació. "Entré al quirófano
moviendo las piernas y salí sin moverlas", explica
con amargura.
Esta estudiante no recuerda especiales dificultades para acceder
a ningún equipamiento cultural: va al cine y al teatro
sin grandes problemas y, en cuanto a las exposiciones de arte,
admite no ser muy aficionada. Incluso visitó en una ocasión
el Palacio de Carlos V, gracias a la instalación de una
rampa portátil para salvar su escalinata.
Silla
bloqueada
Sin embargo, reconoce que sus salidas a la calle son una odisea:
hay desniveles en las aceras, resaltes del pavimento, empedrados
y coches mal aparcados. Estos accidentes le obligan a dar un rodeo
o `atascan' su silla eléctrica: claro que puede pedir un
empujoncito a cualquier viandante, pero ese no es su ideal de
autonomía. En el instituto donde estudia, explica, no está
"cómoda". Mientras duró la adaptación
del edificio, algunos profesores no dejaban de recordar en voz
alta lo molestas que estaban resultando las reformas. "No
es mi culpa si han tenido que hacer obras. Yo no pedí nacer
así, recuerda.
Es más barato diseñar edificios accesibles que
'parchear'
Federico y Francisco coinciden en
lamentar que, aunque muchos auditorios han sido adaptados para
permitir la entrada a personas en silla de ruedas, casi ningún
arquitecto contempla la posibilidad de que los discapacitados
se conviertan en sujetos activos de un espectáculo o una
reunión. El Cubo de CajaGranada ha sido pionero en este
aspecto al ineorporar üna plataforma al escenario de su salón
de actos.
A
veces el edificio está adaptado por dentro pero un pequeño
obstáculo en la entrada o la ausencia de un baño
adecuado lo hace inaccesible. A Francisco, que también
es fotógrafo aficionado, le ocurrió con la Sala
Zaida de Caja Rural: sus responsables respondieron entusiasmados
a su propuesta de una exposición de fotografía sobre
discapacidad, pero se echaron atrás, cuenta, al advertir
que la mayor parte de los visitantes llegarían, precisamente,
en silla de ruedas; su ascensor era demasiado estrecho.
Rampas de adorno
Los afectados critican la instalación de `rampas justificantes',
es decir, aquellas que se colocan para poder decir que se han
colocado, pero que no tienen la menor utilidad práctica,
bien porque su inclinación es excesiva para subir o bajar
en silla sin riesgo de volcar, bien porque su recorrido termina
en una pared, una puerta o una mesa.
También hay ejemplos de buena accesibilidad: Francisco
cita el Centro José Guerrero de Granada y el Juan Baños
de Santa Fe; las salas de la primera planta del Cinema 2000 -en
las de arriba los minusválidos tienen que ver la película
desde la primera fila- o el Centro Cultural San Antón de
CajaGranada, que dispone de dos plataformas. Y la mayoría
de las bibliotecas y casas de cultura nuevas son accesibles, asegura.
Pero hay más barreras que individuos dispuestos a derribarlas.
"Hay gente que no te quiere ver", lamenta Esperanza.
Ella pediría que las personas que andan se pusieran en
su lugar... literalmente: "Que se sienten en una silla de
ruedas y se muevan". Si pueden.
PARA
SALVAR BARRERAS
Diseño
universal: Como es lógico, es más barato
y eficaz proyectar un edificio accesible que hacerlo mal
y corregirlo a posteriori.
Rampa:
Portátiles y estables.
Ascensor:
Hay que cuidar de que tenga la anchura adecuada para que
entre una silla de ruedas y que los mandos de control no
estén demasiado altos.
Oruga:
Es un sistema para necesidades puntuales que engancha la
silla para subir o bajar el tramo de escaleras.
Piataforma:
Eleva la silla en diagonal (subescaleras) o en vertical
(pisos) y es más cómodo para el discapacitado
que puede manejarla de forma autónoma.
Grúa
de piscina: Introduce en el vaso a la persona con minusvalía.
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